Si alguien más se suma, podemos pensar algo en conjunto.
De momento os voy a contar de forma alegre enero y febrero. Hice propósitos de año nuevo. Iba a ir en bici de forma sistemática al trabajo (no días sueltos). Y resulta que acaba de terminar el mes de febrero y llevo dos meses de ir al trabajo en bici cada día (excepto un día que fui en coche -nobody is perfect-).
Algunos datos de la experiencia de enero y febrero:
1) He dejado de hacer cosas raras como esta:
Puedes leer sobre mi experiencia con el spinning en ¿es ciclismo el ciclismo indoor?
2) Estoy ahorrando gasolina (calculo que he conducido 950 km menos y he tenido un ahorro directo en gasolina de 41,8 litros):
3) Me he caído una vez. Fue una caída tonta, con suelo mojado por lluvia (sin consecuencias, pero de todo se aprende):
4) También sufrí un impacto contra el manillar por un frenazo fuerte debido a que un coche se saltó un stop. Gracias a eso, ahora soy más consciente de mi responsabilidad ante los accidentes:
5) Una parte de mi recorrido diario transcurre por el peor invento del urbanismo moderno: la ciclo-acera (y mira que hay, me refiero a inventos malos en el urbanismo moderno). Este engendro de la ingeniería genera una guerra absurda entre ciclistas y peatones, guerra a la que he intentado no ir, como a cualquier otra:
6) Pero por pacifista que sea uno, siempre se puede encontrar con la amenaza del terrorismo. En pleno siglo XXI se ha intensificado la figura del terrorista suicida que emplea sofisticados medios tecnológicos:
10) Tengo más ganas de ir al trabajo:
11) Hablando de la crisis de los cuarenta, debería estar pensando en comprarme una motarra o un coche descapotable y va y me da por una bici. No tengo ambición (y me debe sobrar la vergüenza). Los tiempos no dan para mucho, pero siempre se puede encontrar una solución:
13) He descubierto que el tiempo es relativo:
14) Soy más feliz:
Buenas viñetas. Me encanta el título del blog.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amabilidad. Impresionante tu blog. Para leer con calma.
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