Beatles Bike

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viernes, 28 de febrero de 2014

30 días en bici (o más)

La iniciativa 30 días en bici, "una comunidad de alegres ciclistas", pretende organizar a lo largo del mes de abril la siguiente propuesta: ve en bici todos los días del mes y cuéntalo. Vale, me sumo. Eso sí, prometo no daros la paliza día a día, sino hacerlo en un única entrada contando la experiencia. Ey, pero ¿por qué abril?. ¡Marzo tiene 31 días!.

Si alguien más se suma, podemos pensar algo en conjunto.

De momento os voy a contar de forma alegre enero y febrero. Hice propósitos de año nuevo. Iba a ir en bici de forma sistemática al trabajo (no días sueltos). Y resulta que acaba de terminar el mes de febrero y llevo dos meses de ir al trabajo en bici cada día (excepto un día que fui en coche -nobody is perfect-).

Algunos datos de la experiencia de enero y febrero:

1) He dejado de hacer cosas raras como esta:


Puedes leer sobre mi experiencia con el spinning en ¿es ciclismo el ciclismo indoor?

2) Estoy ahorrando gasolina (calculo que he conducido 950 km menos y he tenido un ahorro directo en gasolina de 41,8 litros):




3) Me he caído una vez. Fue una caída tonta, con suelo mojado por lluvia (sin consecuencias, pero de todo se aprende): 



4) También sufrí un impacto contra el manillar por un frenazo fuerte debido a que un coche se saltó un stop. Gracias a eso, ahora soy más consciente de mi responsabilidad ante los accidentes:



5) Una parte de mi recorrido diario transcurre por el peor invento del urbanismo moderno: la ciclo-acera (y mira que hay, me refiero a inventos malos en el urbanismo moderno). Este engendro de la ingeniería genera una guerra absurda entre ciclistas y peatones, guerra a la que he intentado no ir, como a cualquier otra: 


6) Pero por pacifista que sea uno, siempre se puede encontrar con la amenaza del terrorismo. En pleno siglo XXI se ha intensificado la figura del terrorista suicida que emplea sofisticados medios tecnológicos: 


7) Mi índice de masa corporal ha pasado de sobrepeso (>25) a peso normal (<25):




8) Hago unas 5 horas de ejercicio cardiovascular por semana para ir al trabajo (más que lo que hacía habitualmente):



9) Reparar una avería del coche me costó más que la compra de la bicicleta y todos sus accesorios (candados, cámaras, chaqueta corta-vientos,..).




10) Tengo más ganas de ir al trabajo:



11) Hablando de la crisis de los cuarenta, debería estar pensando en comprarme una motarra o un coche descapotable y va y me da por una bici. No tengo ambición (y me debe sobrar la vergüenza). Los tiempos no dan para mucho, pero siempre se puede encontrar una solución:



12) No le he puesto gasolina al coche en lo que llevamos de 2014:


13) He descubierto que el tiempo es relativo:



14) Soy más feliz:

martes, 25 de febrero de 2014

La B.I.C.I.C.L.E.T.A. trabajadora

Desde hace unos días llevo dándole vueltas al tema de la velocidad. Todo surgió a partir de la lectura en este blog sobre el derecho a la lentitud. Aunque en el blog se trataban cosas más relevantes, también me fijé en un detalle. Hablaba de una velocidad media en coche en las grandes ciudades españolas de 18 km/h (pero no indicaba la fuente).



Según los datos que publica una entidad comprometida con el ecologismo y sospechosa de altermundismo como es el Ayuntamiento de Madrid (ver página 32), la cosa es más o menos así: si te mueves por el centro la velocidad media en la zona interior de la M-30 es de 19 km/h, pero eso sí, entre la M-30 y M-40, una zona más descongestionada, ya puedes volar y subir a unos vertiginosos 24,45 Km/h. Aunque también aportan un segundo gráfico que no hay quien entienda o que entra en contradicción con el primero. En cualquier caso, hablan de velocidad media, pero no dicen cómo la miden. Es decir, ahora tengo una fuente, pero no sé si el agua es potable. Y es que no es lo mismo poner un aparato para medir la velocidad en una calle y ver a qué velocidades pasan los coches, que medir la distancia recorrida por cada coche y ver cuánto tiempo ha necesitado. El primer método es más fácil de aplicar, pero tenderá a dar velocidades medias más altas y, el segundo, cuya medición es más complicada, más lentas. Famoso es el libro sobre cómo mentir con estadísticas, así que no sigo.




Como me considero un cuervo blanco, en lugar de fijarme en las estadísticas, me voy a fijar en mí mismo. Mi compañía de seguros propuso instalarme un GPS en mi coche para controlarme (si me porto bien, me aplican un descuento de un tercio de la cuota). Con él puedo medir la velocidad media de mis desplazamientos urbanos en Alicante, que no es Madrid (con el segundo método): son 18 km/h.

Mi coche

¿Y en bici?. Pues en bici, no lo sé, porque cuando nos gusta, no contamos, pero como le estaba dando vueltas a este tema, me he instalado en el teléfono un programa de esos para vigoréxicos que te da las velocidades medias usando el GPS del móvil. Resultado: mi velocidad media para el trayecto de casa al trabajo varía entre 13 km/h y 21 km/h, depende del trayecto elegido (con más o menos semáforos, si es de ida -cuesta arriba- o de vuelta -cuesta abajo-, de que vaya más o menos rápido, etc.). No está mal la comparación. Ya había comprobado que tardo casi tanto como con el coche (50-55 minutos sobre la bici -ida y vuelta- frente a 40-45 conduciendo), sobre todo cuando mido de puerta a puerta (otra forma de medir los desplazamientos: lo relevante no sería el tiempo en el vehículo, sino el tiempo que tardas en llegar, lo que incluye aparcar, caminar después hasta el destino, etc.).

Gente más sería, como los de copenhagenize, especializados en diseño urbano y adaptación de las ciudades para el uso peatonal y ciclista, hablan de velocidades medias para la bicicleta de 15 km/h en lugares como Amsterdam y Copenhague.

Resultados parecidos se obtienen en las "carreras de los medios", competiciones, un pelín amañadas, aunque no siempre y no demasiado, en las que compiten bicicletas, coches, autobuses y peatones para ver qué medio es más rápido:

  • Carrera de medios de Salamanca: la bici ganó en 5 rutas, el coche en 2 y el bus en 1.
  • Carrera de medios de Huesca: la bici tardó 8', el peatón 13' y el coche 16'.
  • Carrera de medios de Pamplona (ojo esta noticia la publica Automoción, ¡bien!): la bici tardó 11 minutos, el coche 13', andando 20' y el bus 22'.
  • Carrera de medios de Bilbao
"Al final del recorrido, la bicicleta (privada) ha demostrado ser el vehículo más rápido, con 12 minutos, seguida del taxi, con 13 minutos. La bicicleta del servicio de préstamo del Ayuntamiento de Bilbao, Bilbonbizi, ha tardado 14 minutos en realizar el trayecto. Tras ellos ha llegado la usuaria que se desplazaba en metro, que ha tardado 18 minutos, y prácticamente a la par la de Bilbobus y la persona que ha hecho el camino a pie, que han tardado 19 minutos. El último, el coche privado. En último lugar ha llegado el usuario del coche privado, que ha tardado 26 minutos teniendo en cuenta el tiempo empleado en aparcar por la zona y llegar al punto de encuentro". 

Hay que decir que la noticia no aclara si todas las personas participantes eran del mismo Bilbao para igualar la contienda contra el reloj.



Bueno, ya vale, hay muchas más carreras de medios, pero siempre gana la bici. Es menos interesante que la Liga española, donde al menos hay alternancia.




Andaba con estas cavilaciones cuando me manda Clemente esta interesante referencia a la revista la BICICLETA, Revista de Comunicaciones Libertarias y me cambia la perspectiva. La B.I.C.I.C.L.E.T.A. son las siglas de Boletín Informativo del Colectivo Internacionalista de Comunicaciones Libertarias y Ecológicas de Trabajadores Anarcosindicalistas. La revista, pese a su título, apenas habla de bicis, ya que, aunque me cueste reconocerlo, hay temas mucho más relevantes, sin embargo, de vez en cuando, hay artículos relacionados con las bicis. Escrito en 1977 me encuentro con el artículo "Con bici ya habría llegado" que introduce una "nueva" forma de calcular la velocidad media. Y es que la velocidad se calcula en términos de distancia recorrida en un determinado tiempo. La cuestión es: ¿qué tiempo es relevante medir?. Ya se ha discutido que un rádar de velocidad mide la velocidad en un tiempo muy corto (casi instantáneo), pero que es más informativo medir el tiempo total del recorrido o que, incluso, es mejor medir el tiempo de puerta a puerta. ¿Qué proponen los de la B.I.C.I.C.L.E.T.A.?. Pues considerar también el tiempo de trabajo que has necesitado para pagar ese desplazamiento. Resumiendo: partían de la estimación de que un coche iba a una velocidad media de 60 Km/hora en 1977 (probablemente era menos en ciudad, pues ya había tráfico), pero considerando el tiempo de trabajo para pagar el coche la velocidad media bajaba a 8,5 km/h. ¿Qué saldría ahora?




Pensemos que una persona tarda 30 minutos en ir y volver al trabajo en coche. Si el trabajo está a 5 km, eso supondría una velocidad media de 20 km/h. Consideremos ahora el coste mínimo del coche. Un coche relativamente barato (8.500 euros, IVA incluido), con un seguro que tire por lo bajo (200 euros/año), 15 años en total de vida útil, pagado sin financiación (no hay costes financieros), poco mantenimiento  (200 euros / año para revisión, ruedas, averías, mantenimiento), que paga 80 euros/año de impuestos (incluye circulación, ITV a partir del cuarto año), consumo bajo (5l./100km, combustible estimado a 1,20 euros/litro) y que no tiene problemas de aparcamiento ni en casa, ni en el trabajo y que además aparcar le sale gratis. Suponemos que la persona cobra el salario mínimo (5,05 euros/hora para empleados del hogar) y trabaja 225 días al año. En resumidas cuentas: el transporte al trabajo le cuesta un mínimo de una hora de trabajo al día (más, pero por redondear y ser prudentes en la estimación). Es decir su trayecto de ida y vuelta al trabajo son 30 minutos y trabaja 60 minutos cada día para poder pagarse el transporte en coche al trabajo. La velocidad media bajaría en este supuesto de 20 km/h a 6,6 km/h*, pues eso, en bici ya habría llegado. 


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* Este cálculo está basado en toda una serie de supuestos que no siempre se cumplen. Por ejemplo, la estimación implica que el coche se usa exclusivamente para ir al trabajo. Imaginemos  que se recorre la misma distancia 10km/día con fines de ocio. En ese caso, sin cambiar los demás supuestos,  la velocidad media pasaría de 6,6 km/h a unos 10 km/h.

También se puede decir que he exagerado los costes del coche. No lo creo, pero se puede decir que se puede pagar menos por el coche alargando su vida útil, comprándolo más barato (menos de 8.500 euros), rebajando los 200 euros del seguro, los 200 euros de mantenimiento o los 80 de impuestos.
Puede ser (en ese caso, ¡cuéntame cómo lo consigues!). Pensemos que el coste del coche se reduce a exactamente la mitad (!) de lo estimado. Es decir, que la persona sólo trabajaría 30 minutos para pagarse el transporte. En ese caso la velocidad media sería de 10 km/h, si no se cambia el resto de supuestos (13,3 km/h si se considera el uso para ocio del párrafo anterior).

En sentido contrario, se puede criticar que 5,05 euros la hora es una estimación generosa del salario mínimo, ya que si se cobra por día el salario mínimo es de 30,57 por jornada en trabajos eventuales, temporeros y empleados del hogar y de 21,51 euros/día en contratos más estables (con una jornada de 8 horas resultaría a 2,68-3,82 euros por hora, es decir, que casi se necesitarían unas 2 horas de trabajo al día para pagar el trayecto en coche ¡lo mismo que en 1977!), con lo que podríamos estar hablando de una velocidad media de 4 km/h.

Finalmente, se puede señalar que el cálculo puede ser inadecuado en rentas medias y altas. Así es. Habría que ajustarlo. No obstante hay que pensar que aunque el salario en rentas medias y altas es sensiblemente superior, también aumentan los gastos relacionados con el coche que suele ser un medio de expresión del estatus social: por ejemplo, se reduce su vida útil para no llevar un coche viejo, se compran coches más caros, se adquiere plaza de garage, es mayor el gasto en mantenimiento, se contrata seguro a todo riesgo, etcétera. En cualquier caso, al considerar el tiempo de trabajo se aumenta siempre el tiempo empleado en el recorrido, es decir, que nunca se superará la velocidad media de 20 km/h o lo que es lo mismo: alguien que gane dinero sin trabajar y viva en Madrid circulará por término medio en la zona interior a la M-30 a 19 km/h.







lunes, 17 de febrero de 2014

Biking Bad

Lo peor de los amigos es que te meten en líos. Álex me pidió que escribiera una entrada sobre bicis y series. - Eso es imposible. No hay - pensé, pero había que hacerlo, me lo había pedido y no podía fallarle.

El caso es que ahora cuando veo series molonas (para molar a tope hay que ver series e ir en bicicleta), sólo veo bicicletas, y eso que no hay.

He visto dos series: Sherlock (versión nueva de la BBC) y Breaking Bad. Y en las dos son cruciales las bicicletas. Dejo para otro día a Sherlock Holmes (sólo un anticipo: la bici es clave para entender la muerte de Sherlock y para retratar la personalidad de Watson). Sí, me centro en Breaking Bad y sólo en las dos primeras temporadas (el resto no las he visto, así que si alguien se va de la lengua, me destroza, sobre todo si me comenta otras escenas relacionadas con las bicis).

En Breaking Bad, me dije al principio, seguro que no hay bicicletas. Esta serie va de drogas y nadie ha relacionado nunca al ciclismo con las drogas. Pero pronto he de corregir esta impresión inicial, ya que nada más empezar a Krazy-8 lo encadenan con un candado en U, el indestructible, aquel con el que no te robarán una bicicleta, pero en realidad es el candado que usa Jesse para su moto, así que no vale (que, por cierto, también se la roban).


Luego está la escena de cuando Jesse está colocado y ve llegar a dos motoristas. No tiene desperdicio. Dos motoristas van a su casa a partirle los huesos y/o dos ciclistas van a garantizarle la salvación:



Una de las referencias a las bicicletas más inquietantes es cuando Walter White despierta de un sueño diciendo "I dreamt that I owned an antique bicycle repair shop in Ireland". La frasecilla es sin lugar a dudas imposible de interpretar. La dice en un momento en el que ya está muy preocupado por encontrar dinero para pagar su tratamiento y mantener a su familia:


Así que puede tener que ver con que los ingresos no serían suficientes para pagar el tratamiento (reforzado por la idea de que se trata de una tienda antigua en Irlanda) o, puesto que estamos hablando de un sueño, puede servir para reforzar cualquier otra interpretación jugando con lo subconsciente: la necesidad de reparar cosas cuando su vida y su moral se tuercen, el deseo de ser curado (fixed), el ansia de vida sencilla o sencillamente una frase para alimentar comentarios chorras en un blog.

Y ya que estamos con chorradas, me parece interesante que Walt White se identifique con Heisemberg, identificación que pienso que es ciclista por antonomasia (como he dicho en esta otra entrada). Por otro lado, Jesse se apellida Pinkman (y no voy a decir a qué competición ciclista me recuerda esto).

El asunto más inquietante relacionado con bicicletas llega en el inicio del capítulo 11 en la segunda temporada (titulado Mandala, otra forma circular: "Mandala" means "Circle" in Sanskrit, which is a reference to the Buddhist teaching of "wheel of life"). Un niño en una bicicleta bmx recorre la ciudad. No hay mejor forma de presentar un barrio: la toma de la cámara a nivel de las ruedas permite observar la calidad del urbanismo (aceras y calzadas mal acabadas), mostrar la basura, los cables, las vallas, la gente, los coches, las casas, los comercios, que conozcamos el espacio. La bici se encuentra con un camello fuera de su zona, la bicicleta revoletea junto a él, dos tipos duros con semblante amenazante se acercan al camello, paran su coche, no quieren comprar, empieza la guerra por el territorio que nos acaban de presentar. La violencia y la muerte llegan de donde menos te lo esperas (puro Heisemberg).




Y después de tanta violencia y viendo una serie como esta, en la que cada cambio de escena de los personajes pasa por subirse a un coche, podríamos pensar que no hay lugar para las bicis en Alburquerque. Pues lo hay y hasta se organizan tours ciclistas para ver los lugares emblemáticos de la serie. 



sábado, 15 de febrero de 2014

Tener un caballo mola. ¿Tener un coche mola más?

La publicidad lo ha vuelto a hacer. En esta ocasión en lugar de apropiarse de las propiedades de las bicicletas, como comentábamos aquí. Se atreve con la publicidad comparativa. Se trata de un spot en el que aparecen cuatro amigos. Tres de ellos se han comprado un coche y el otro un caballo. A partir de ahí se suceden las escenas comparativas. Aquí lo tienes:




Los elementos en los que parece perder un caballo son:

- No puedes ir igual de bien a un McAuto.
- No puedes ir igual de bien a un lavacoches.
- No vas tan rápido.

A esto alguien le llamará ingenio creativo, pero me parece la publicidad comparativa más limitada que he visto en mi vida. Sobre los dos primeros puntos no vale la pena ni hablar, ¿quién quiere ir en coche a comerse una hamburguesa? y ¿a quién le gusta lavar el coche?. Sobre la rapidez, se puede hablar mucho, pero lo fundamental ya está dicho.

¿Qué tiene esto que ver con la bici?

Nada. Está claro. Nada de nada. Excepto para las mentes paranoicas. Ya hemos hablado en otras entradas de la relación entre caballo y bicicleta. Recordamos el vídeo "see cyclist, think horse":



Una compañía de coches no podría permitirse entrar en una comparación directa con las bicicletas (o con las motos), así que busca un comparación arcaizante (el caballo, cosa de otro tiempo). La cuestión es mostrar quién manda, para quién está hecha la carretera (así como los McAutos y los lavacoches... ay... todavía no puedo creerlo).

Pero dejémonos de paranoias ciclistas. El caso es que, en mi opinión, no resiste la comparativa ni con el caballo. Todavía recuerdo los relatos de mi abuelo, quien trabajaba desplazándose en caballo. Me habló varias veces de ello. De cómo atravesaba los campos por caminos para llegar a las poblaciones que visitaba. Salía de madrugada, con frío (hablamos del invierno en el límite entre la Alcarria, la Mancha y la Sierra en Cuenca). Pero "cuando cabalgas nunca pasas frío" - me decía. Nunca aprendió a conducir. Evocaba a menudo esos viajes a caballo. No llegué a conocer a su caballo, jamás le vi montar en él. Me pregunto, si hubiera nacido ahora, si hubiera recorrido con su coche la CM-7031, ¿qué relato le habría contado a sus nietos?.

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P.S. Tras escribir esto, me manda un amigo el vídeo que ilustra lo que yo quería decir: caballo y/o bicicletas y ser quien eres. Aquí está:


"Now no traces of who you are
You can get a big house and a faster car
You can run away boy, but you won't go far"

Keane - Sovereign Light Café


jueves, 13 de febrero de 2014

Imágenes del amor ciclista

Imágenes del amor romántico, de la utopía del amor romántico, sobre la importancia de amarse y de hacer lo que se ama.


http://www.daveyoil.com/?attachment_id=11



http://www.bikeminded.org/2012/02/bike-love/

http://www.bikeminded.org/2012/02/bike-love/
http://backalleybikes.wordpress.com/2013/02/14/bike-love/
http://viaggi.lastampa.it/news/pedalate-romantiche-al-chiaro-di-luna

http://bicyclemechanic.blogspot.com.es/2012/09/how-much-do-you-love-your-bicycle.html



martes, 4 de febrero de 2014

La personalidad ciclista

El ciclista urbano presenta una personalidad muy marcada, aunque polivalente. Hago un ejercicio de introspección, cercano al solipsismo, para analizarlo.

1. Soy invisible
2. Soy George Clooney
3. Soy Heisemberg
4. Tú eres yo, yo soy tú
5. Soy yo
6. Soy Dora la exploradora
7. Soy Casiopea (rápido como la tortuga)
8. Soy Humpty Dumpty


1. Soy invisible

Fue difícil acostumbrarme a la idea. No me ven. Nadie me ve. Las únicas personas que me ven son las viejitas que caminan despacio, pero no tienen tiempo para reaccionar. Soy invisible. Como no me ven, da igual que use ropa reflectante. Si la llevo puedo llegar a creer que soy visible, pero eso es falso. No, no me ven. Las bicis son invisibles.



2. Soy George Clooney

Esta personalidad puede parecer contradictoria con el punto anterior, por eso hay que explicarla. Al principio, tenía la tentación de hablar con alguna persona que había cometido una infracción (conductor, peatón, ciclista, etc.). No funcionaba. En algún caso, más que hablar, le increpaba. Todavía funcionaba menos. Así que ahora soy George Clooney en "el hombre que miraba fijamente a las cabras", es decir, aprendo a atravesarlos con la mirada. Quiero pasar a la siguiente fase. Ser capaz de premiarlos con una sonrisa encantadora. Creo que es más efectivo para llevarlos a mi terreno. Creo. Si a George Clooney le funciona, tiene que funcionarle a un ciclista. La verdad es que todavía no lo he probado nunca, por motivos obvios, y porque no me saldría igual de bien.

http://cyclingboom.com/art-and-photography/celebrities-bicycle-george-clooney-bicycle


 3. Soy Heisemberg 

Todos los que se mueven por la ciudad son impredecibles. No puedo asumir nada.  Pueden hacer cualquier movimiento en cualquier dirección. No puedo adivinar cuál será su posición. Creo que esto lo decía Heisemberg. Vale, lo miro en la wikipedia: "no se puede determinar, en términos de la física cuántica, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas, como son, por ejemplo, la posición y el momento lineal (cantidad de movimiento) de un objeto dado".  Conclusión: trazo la trayectoria que quede libre (fuera del campo de lo posible) después de analizar todos los movimientos inesperados (pero posibles) que podría realizar ese coche que no puede girar a la derecha, pero que gira, ese perro que va atado, pero se da la vuelta, ese niño que va de la mano de su padre y lo suelta, esa bici que viene en dirección contraria, el peatón que corre y de repente se detiene, el que camina y arranca a correr.



http://es.wikipedia.org/wiki/Principio_de_incertidumbre

4. Tú eres yo, yo soy tú

Soy parte de ti, cuando estoy cerca, aunque no me ves, modificas tu comportamiento por mi presencia, eso añade reflexividad al principio de incertidumbre. Tú eres yo, yo soy tú. Qué lío.


5.  Soy yo

Al principio empecé a disfrazarme. Pensaba en cosas estrafalarias, de colores chillones. Hasta pensé en llevar un chaleco reflectante. Ese no soy yo. Después recurrí a blogs y revistas especializadas para observar la ropa más adecuada. Hasta usé mis modelos de lycra (los que uso cuando soy otro tipo de ciclista) y ropa térmica. Pero luego pensé que ahí estaba yo y que me pondría la ropa que me diera la gana. Sin comprar nada para bicis. Ahora soy yo. Por cierto, ha cambiado mi percepción del clima. Los días fríos, no son tan fríos. Suele sobrarme ropa. Por el contrario, los días cálidos me puede sorprender la brisa que se siente sobre la bicicleta y puedo llegar a pasar frío.

6. Soy Dora la exploradora

Estoy descubriendo mi ciudad. Soy un extraño, un turista en mi propia ciudad, que descubre nuevas calles, nuevos espacios y hasta nuevos parajes naturales (como las lagunas de Rabassa) en mi camino al trabajo. No me sirven ni google maps, ni los navegadores, ni las rutas que hacía en otros medios de transporte (debo ser una de las pocas personas que puede elegir para ir al trabajo entre tren, tranvía, autobús, caminar, coche y bicicleta). Voy buscando nuevas rutas. Sirve cualquier espacio que sea ciclable, por ejemplo, un solar  baldío, una zona sin urbanizar, una senda, un aparcamiento de una zona comercial, un barranco, etc. Con ellos puedes reducir la distancia, evitar semáforos, encontrarte menos coches. Lo que me sirven son los mapas, como a Dora, y cuanto más detallados mejor, como el topográfico nacional. Bueno, quizá la vista de satélite (la vista fotográfica) de google maps puede ser de ayuda. Pero, sobre todo, mirar el terreno (como Gurb). Da igual lo que diga el mapa, hay que recorrer el camino (para no caer en la zanja de Aguas de Alicante). La línea recta no siempre es lo más corto. Por otro lado, no siempre quiero ir por el camino más corto: la bici da mono. Soy Dora la exploradora con el mono Botas consultando el mapa.


http://www.confessionsofapsychotichousewife.com/2011/12/dvd-review-dora-explorer-dora-loves.html



7. Soy Casiopea

Casiopea es la tortuga de Momo, el libro de Michael Ende. En una de las escenas camina muy despacio, tanto que consigue distanciar a los hombres grises, ávidos de tiempo. En la bici he descubierto que puedo ir muy rápido o puedo ir tranquilamente. Llego más o menos a la misma hora. Si me interesa llegar sin una gota de sudor, pues voy más despacio. Si quiero hacer piernas, meto caña.
¿Por qué da igual la velocidad?. Por muchos motivos: a) si tu desplazamiento es de unos 30 minutos, es fácil que emplees un mínimo de 5 minutos en semáforos, pasos de cebra, etc., b) si tu estado de forma es bueno, cuando crees que vas despacio, vas bastante rápido, pero cuando tu estado de forma es malo, cuando crees que vas rápido, vas bastante despacio (la diferencia entre tu marcha rápida y tu marcha lenta no es mucha, ya que el corazón es un motor de poco recorrido si no usas EPO), c) en pocos kilómetros no hay espacio para que la velocidad marque diferencias temporales relevantes. En cualquier caso, si estás ahorrando tiempo, puede ser que hayas entregado tu vida a los hombres grises. En la bici el tiempo lo disfrutas.




8. Soy Humpty Dumpty.

Humpty Dumpty es un huevo sobre un muro, si cae, no habrá forma de recomponerlo. Soy ese huevo. Ya he dejado dicho en otro lugar que soy Humpty Dumpty y no puedo olvidarlo. Ni siquiera cuando me pongo el casco. Por lo visto, una consecuencia de ponerse el casco en la bici es que crece tu percepción de seguridad, piensas que ya no eres un huevo. Y haces cosas como ir más rápido o tomar más riesgos. El fenómeno se conoce como compensación del riesgo.